Cualquier día tuerces una esquina
y el Sol te pega en la cara,
y se te queda enganchada esa sonrisa
que ya no te puedes quitar.
Aunque parezca que nunca amanece,
que vives sólo entre tanta gente,
no te olvides de que la Luna está contigo,
que ella todas las noches por ti vela
y te acompaña hasta que amanezca.
Y el día menos pensado
el Sol tuerce una esquina,
te dice hola en un pub
o se baja del vagón de un tren
y ya no puedes (ni quieres)
escapar.
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16 julio 2007
Aquí me quiero quedar
Potado por Robert a las 16:36
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