12 febrero 2010

Remolacha y el remero

Remoloneaba… remoloneaba mucho, remoloneaba mucho Remolacha mientras aquel remero intentaba remediar tener que hacerle un remiendo a su remo.

Remolacha, cuyo pelo extrañamente morado había dado lugar a su mote, miraba el mar desde la orilla, veía sufrir al marinero, pero no hacía nada por evitarlo. El marinero, que ya se había percatado de la presencia de aquella chica, la miraba de vez en cuando en busca de auxilio pero no se atrevía a alzar la voz, debía ser él quien solucionara aquel embrollo sin necesidad de partir por la mitad aquel trozo de madera que le servía de propulsión a su barca.

Y así fue como la pereza y el orgullo se conocieron. Y así fue como la inocencia y la sabiduría se conocieron. Y así fue como la tierra y el mar se conocieron.

Y así es como Remolacha y el remero rememoran aquel momento.

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