Miraba al horizonte como podía hacerlo cualquiera y sin embargo veía cosas que no podía ver nadie. Probablemente estuviera loco, pero poco importaba. Como alguien dijo una vez, loco es el que pasa los mejores 40 años de su vida trabajando para dejar de hacerlo cuando ya es viejo y no tiene tiempo de disfrutarla. Él ni era viejo ni trabajaba, sólo miraba el horizonte en busca de algo. Algo que no conseguía encontrar entre toda esa amalgama de cosas que veía. "Ancha es Castilla", era lo más que decía, de vez en cuando, si nadie le preguntaba. Si te interesabas, en cambio, te contaba todo lo que veía al final de aquella llanura de la que estaba siempre rodeado. Y te decía, con aire triste, que lo único que no veía era lo que quería ver. Cuando le preguntabas que era lo que quería ver se callaba un buen rato, suspiraba y se volvía a callar. Nadie sabía lo que quería ver, dudo incluso de que lo supiera él. Supongo que en su cabeza sólo buscaba una meta, un destino, una razón de ser, un motivo por el que estar allí sentado mirando a lo lejos, viendo cosas.
Un día, de repente, se levantó.
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