23 marzo 2007

La dama y el vagabundo. Transición

Poco a poco lo voy notando,
el ambiente que respiro no es igual.
Sabe a miedo, y un poco de alegría.

Huele a recelo,
insuficientemente a esperanza.


Y la esperanza y la ilusión
que nos hacen desear andar
las que si miras para los lados
solo ves caminos que quieres explorar.

Miedo, de arma cobarde,
de navaja sin punta,

que se une al recelo
de cambiar lo que bien esta.

Y la valentía y la curiosidad
que nos llevan a descubrir nuevos mundos.
Quizás mejores que el nuestro.
Quizás de sueños para regalar.

Alegría, dulce manjar,
escaso donde los halla,
no hecha para la boca del asno

y para el desaliento menos aún.

Y qué me dices del despertar,
del reír, del llorar, del conocer, del viajar,
del disfrutar allá donde vas,
¿del volver a casa por Navidad?

Y de mi vida, ¿Qué será?

Ya, nada igual.

Ofréceme un seguro,

que entre el y yo, todo igual.


¿
Y qué es lo que ha de cambiar?
Si carreteras y vías son vuestro hogar
no hay suficientes kilómetros para separar
lo que un día os dio por juntar.

Tal vez, algún día tengamos una mansión.

Esto lo escribimos entre Eli y yo. Barcelona-Bilbao, 3 de junio de 2004

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