20 marzo 2007

Por ellas

Toda una vida guardando a escondidas
en el bolsillo de un mandil
la llave de la felicidad.
Toda una vida regalándole al mundo
nuevas caras de unas almas recién nacidas,
recién creadas por tu cuerpo,
Toda una vida horneando bollitos
de canela, de caricias y de besos,
dándonos risas, dándonos vida.
No tienen derecho a juzgar toda una vida,
no tiene derecho a jugar con toda una vida,
no tienen derecho a quitarnos toda tu vida.

Y tú, pareces engalanada para una fiesta de disfraces,
Con dos cardenales como máscara,
con la cabeza bien alta.

No tienen derecho.

Desde tu rabia más tuya fluye un grito
Un llanto luminoso que será la guía
Para tantas y tantas mujeres tratadas como perros.

Una angustia bañada un tu rimel corrido,
Fruto de las peleas con algún mal nacido.
¿Dónde vas, esperanza? No corras,
yo te guardo un rinconcito…si lloras.

Huyes, te miras al espejo
y cierras los ojos,
en el reflejo, bien abiertos
miran con horror y espanto.

Ya no recuerdas
cuando el miedo le quitó su hueco al amor
en lo más profundo de tu corazón...

Y la casa tiembla al mismo son que tu piel
porque ya se oye a aquel cabrón
subir silbando por las escaleras alguna maldita canción
que sabe a sangre
que huele a dolor.

¿También se te olvidó hoy preguntarle si te quería?
Entiendo que te canses de esperar,
la única manera de saberlo es preguntárselo,
pero tienes miedo.
¿Acaso ha escondido el romanticismo?
¿Lo perdió cuando te conquistó?
No intentes reunir los grandes momentos
guardándolos en pequeños trocitos de papel,
papel invisible,
que se arruga siempre que te pone la mano encima,
el papel forjado en tu corazón,
rellenado con tus recuerdos,
empañado con sangre,
esclavizado al dolor,
dolorido de moratones
y soñador, víctima de la esperanza.
Tan sólo míralo de frente y no con la cabeza gacha.

Sal de tu clandestinidad,
es él el asesino, el criminal,
quien debe sufrir y pagar.

Denuncia al asesino,
que no vuelva a tu ciudad,
que el juez piense en el niño,
testigo de tu llanto en la intimidad.

Que las mentiras se ven mentirosas,
que las verdades no tengan complejos,
que cuantos más lloremos juntos,
más se nos oirá.

No imagino dique que frene el torrente
cuando es poco más que lágrimas,
cuando el grito que trae el eco
es el de Dulcinea
aplastada por molinos.



Esto lo escribimos entre unos cuantos. Gracias a Eneko, Mikel, Taimar, David, Edu y Sandro

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